domingo, 24 de mayo de 2015

SAN ISIDRO. (XVI). DOS OREJAS EN UN TORO PARA ABRIR LA P G


 López Simon, de la madera de los héroes.
Un pinchazo antes de la rotunda estocada cuestiona la oreja de Alberto López Simón que le abría la Puerta Grande de Alcalá. Si esa oreja no hubiera sido la llave, quizá nadie la hubiera protestado. Urge, por lo tanto, que la Puerta de Alcalá reclame la categoría de la Puerta del Príncipe: dos orejas en un toro para descerrajarla.  Es más fácil asimilar la oreja de cuché de Manzanares el otro dia que la oreja de hierro de López Simón  hoy.
Madrid, capital de la gloria; Madrid rompeolas de todas las Españas. Tres toreros jóvenes a la conquista de la gloria. Y solo uno lo ha conseguido. A Madrid venimos todos en busca de un lugar al sol: los aldeanos de Castilla para escapar del arado, los poetas con un manojo de metáforas bajo el brazo; periodistas cabalgando sobre viejas linotipias en desuso, pintores con el paisaje de sus tierras en la retina. Luego lo pasamos todo por el cielo velazqueño de Madrid y eso es la gloria. Madrid este gran poblachón manchego, no sé si da, si quita, si regala o expropia. Alcanzar Madrid es alcanzar un sueño; luego, a veces ese sueño se convierte en pesadilla. Pero esa es la historia.
En el ruedo de las Ventas tres toreros jovencísimos: David Galván, Victor Barrio y Alberto López Simón,  enfrentados a toros muy serios de las Ramblas; toros de afiladísimos puñales que buscan la femoral y, los más aviesos, la yugular de los toreros; de ellos se espera la renovación de la Fiesta y ellos esperan la gloria, esa gloria efímera de los cortijos, los coches de lujo, la admiración de las mujeres colgadas de los alamares de sus vestidos. Lleguen donde lleguen, se les apaguen las luces o se enciendan nuevas luminarias, han estado en Madrid en San Isidro,  han hecho  el paseíllo en el ruedo de los héroes.
Para David Galván la tarde es un mal sueño, le tocó el peor toro de una corrida aceptable de las Ramblas, el cuarto; cuando el primero lo prendió las astas  le silbaban como cuchillos en torno a la cabeza y el  cuello. Duro es  fiar toda la temporada, o la vida, a una tarde de Madrid, saber que el fracaso te vedará por siempre la Puerta Grande de Alcalá, esa puerta tan alta que lleva hasta las escaleras del cielo. No me atrevería a decir que David Galván y Víctor Barrios hayan fracasado; y tampoco puede decirse que vayan a ser figuras de la torería ni su contrario. Apostaron a un sueño, el que les permitieron, y el sueño se hizo humo. La vida no acaba en una tarde ni en un sueño.
López Simón  o el sueño cumplido; con sangre e incluso con lágrimas. También le silbaron las balas de los pitones y al matar a su primero un pitonazo cerca del estómago le dejó sin resuello. En la goyesca  del 2 de mayo cortó dos orejas de una tacada,  el toro lo rompió y lo mandó al hule. López Simón ha echado raíces en las Ventas: raíces de sangre y de torería. López Simón esta hecho de la madera de los héroes. La media embestida del sexto era para López Simón la dimensión infinita del valor; el lugar exacto de los terrenos y las astas. Vendrá ahora la discordia no de una oreja, sino de una oreja que abre la Puerta Grande de las Ventas, la primera plaza del mundo. López Simón merece ser retratado por Nekane Etxeverría, (40 retratos en la Sala Antoñete). Eso es ya una forma de gloria. Mientras tanto, con una inmensa e intensa ovación para López Simón, pido que se considere la propuesta: dos orejas en un toro para abrir la Puerta de Alcalá. Las Ventas no debe ser menos que la Maestranza.  


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