Dos orejas distintas
La oreja de Joselito Adame con los toros de Montecillo fue menos cruenta que la que acaba de cortar al novillo del Conde de Mayalde Posada de Maravillas. Una oreja fresca como fresca y vegetal fue la faena de Joselito Adame. Fue la única faena que vi esa tarde: oreja cruda, como el toro que se quedó crudo, vuelta y vuelta. Adame o la insurgencia; con tintes de guerrillero a lo Zapata. Adoro México. Bien el mexicano. Una oreja de ley a un toro que apenas se picó. Con garra aprovechó los vientos favorables del animal vientos a veces racheados, pues al bicho como diría un castizo, no le hicieron sangre ni para un análisis. Esa oreja le permite a Adame seguir mandando en Madrid. Hubiera sido mejor que el toro cumpliese todos los trámites de la lidia, incluido el de varas. Lo cuento a petición de los amigos de Mexico.
La oreja de Joselito Adame con los toros de Montecillo fue menos cruenta que la que acaba de cortar al novillo del Conde de Mayalde Posada de Maravillas. Una oreja fresca como fresca y vegetal fue la faena de Joselito Adame. Fue la única faena que vi esa tarde: oreja cruda, como el toro que se quedó crudo, vuelta y vuelta. Adame o la insurgencia; con tintes de guerrillero a lo Zapata. Adoro México. Bien el mexicano. Una oreja de ley a un toro que apenas se picó. Con garra aprovechó los vientos favorables del animal vientos a veces racheados, pues al bicho como diría un castizo, no le hicieron sangre ni para un análisis. Esa oreja le permite a Adame seguir mandando en Madrid. Hubiera sido mejor que el toro cumpliese todos los trámites de la lidia, incluido el de varas. Lo cuento a petición de los amigos de Mexico.
El largo ocio con flamenco
En el largo fin de semana llené mi ocio de emociones flamencas y de poemas de la España Peregrina, “que callen los políticos y hablen los poetas”. Y que cante Antorrin Heredia y diga versos Sabela Hermida y baile Juan Ramírez, ilumine David de Loaysa y toquen la guitarra Antonio Reyes y Reza el Persa. Y susurre el violín de Pavel Sakuta, el ucraniano de Kiev. Gasté mi ocio del Puente de San Isidro en Unir Espacio, Arapiles 16, donde Ignacio Amestoy pretende establecer un nuevo Actors Studio, aprovechando que William Layton enseñaba cerca.
Posada de Maravillas.
Tiene carisma el nieto de Juan Posada. Y arte. Y pellizco; una izquierda suprema. Y güevos. Ya tenemos candidato, uno entre los que vayan apareciendo, para el Premio Curro Romero, de La Quimera. Le faltaba el aire, se asfixiaba después de la paliza que le dio el novillo; se doblaba con el gesto dolorido y crispado mientras trazaba el muletazo pleno de personalidad y de sonrisa. Sonrie siempre. A Posada de Maravillas una cornada lo ha tenido fuera de los ruedos. Ayer, milagro fue que no volviera al hule. Volvió pero sin cornada. Entró en la enfermería por su pié pero mareándose. Un brindis por él, por Ambel y por toda la saga de los Posada empezando por su abuelo Juan Posada, torero y escritor. Por doce naturales en Las Ventas, antes de caer herido, le pedían las orejas camino de la enfermería. Excelente escritor, me decía meses antes de su muerte; “cuando era matador tenía que pagar a los críticos; de crítico no me llevado ni un duro”. Hubiera gozado hoy con los naturales del nieto. Muchacho, sólo por ese ejemplo tienes que dejarte la piel; como te la estás dejando.
De esta Trinidad de novilleros, incluido Clemente que fue el menos agraciado, pueden salir los nuevos astros de la torería, el renuevo de la fiesta. Andrés Roca Rey, cuajado con un capote sublime y fantasioso. Cuajado en todo incluso en la forma de aguantar los pitonazos, tres en el quinto, el más bronco y enrevesado de una novillada inválida que llegó agotada a la muleta: uno a la ingle, otro al corbatín y el tercero a la yugular. ¡Que instinto asesino! Fue un gatillero del amanecer, un jefe de escuadra de matones, como dicen que era el fundador de la ganadería.
La leyenda sombría de Finat y Escrivá.
El Conde de Mayalde tiene dos leyendas razonablemente documentadas; una blanda como ganadero de bravo y otra dura como escuadrista del amanecer en la Guerra en la posguerra, premiada luego con la Alcaldía de Madrid. Como ganadero y como alcalde, el ingenio de Matías Prats le regaló un portentoso epigrama; “Mayalde ¿otra vez alcalde?/ Cosa rara entre las raras./ Será el único Mayalde/ que haya tomado dos varas”. Los novillos, en vez de varas, tomaban tierra quejumbrosamente, doblaban las manos y perdían el alma. Víctimas en vez de verdugos, salvo el sexto que reivindicó su origen. Recordando esa leyenda macabra y siniestra del Conde de Mayalde, don José Finat y Escrivá de Romaní hago un brindis por, Miguel de Molina, expulsado de España por “rojo y por maricón”.
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