sábado, 9 de mayo de 2015

SAN ISIDRO (II). GARCÍA PADRÓS Y LA SANGRE DE LOS TOREROS.

El fondo es la forma y a la viceversa. Por eso celebro la acogida que ha tenido el nuevo blog con bello diseño de David de Loaysa, teatrero y ambiguamente taurófilo: toros y flamenco, la Quimera y las Ventas. El reclamo es la forma; el fondo ya lo pondré yo.

Paco Ureña.
Los toreros pobres no tienen suerte. Paco Ureña tiene el gesto seco de quien se deja la sangre cada tarde que torea, en el ascenso a la gloria de los carteles. Tuvo la gloria en las manos y todo se fue al carajo con la espada: bajonazo y montones de descabellos. A su toreo de oro y de aroma se le negó el premio de la casquería. Se habían producido las conjunciones astrales precisas para el éxito: un gran toro de Fuente Ymbro y un torero de verdad. El ensabanado nos recordó en algunos momentos aquel toro de Osborne que inmortalizó Chenel. Luego en el quinto, las órbitas de los astros fueron cada una por su lado. Mal toro.
Vi muchas corridas con un gran pintor murciano, José Lucas, y por eso aprecio a todos los toreros de la huerta. En cuestión de toros y de pintura donde Pepe Lucas pone el ojo pone la bala.
El Payo no sé si es pobre o si es rico, es mexicano. Y eso ya es un capital de desparpajo, arrojo y arrogancia ante el toro español tan distinto del mexicano. Hace años, cuando iba embalado, lo frenó una cornada. Ayer le frenó su discurso la espada en el tercero y la ruina del sexto, convertido en escombros por una voltereta y un puyazo asesino. Fin de fiesta; sensación de tedio, aburrimiento mortal.

La autoridad moral de un médico.
Formidable entrevista de Ignacio Amestoy a don Máximo García Padrós en El Mundo. Dialogando con el cirujano de las Ventas he llegado al dolor de los toreros, al fondo del dolor. Y por lo tanto a la relativización de la crítica taurina. Dialogué más con el doctor Aragón, sobremesas largas en Valencia. Los toreros llaman ángeles a estos hombres que anudan las arterias por donde se les escapa la vida. Y se establece una unión indisoluble entre el torero salvado y el médico salvador. Hasta que murió el doctor Aragón que le salvó la vida, José Miguel Arroyo Joselito seguía durmiendo en su casa. Como si fuera la enfermería de la plaza.
Por eso causa inquietud escuchar de persona tan ponderada, que después de lo de AguasCalientes, el otro día, en la vuelta al lugar del crimen, JT ni siquiera dio los buenos días a los médicos que le salvaron. AguasCalientes por las nubes y el mito que se derrumba. Contribuí en grado sumo al surgimiento del mito, hoy discutido salvo por la secta tomista. No me arrepiento. Pero me pregunto si no hemos creado una divinidad, que es una variante de la paganidad inclemente. Amestoy no es aficionado a los toros ni falta que le hace. Es un dramaturgo, un periodista que pregunta. Y obtiene respuestas.
Lo de Aguascalientes no es la única ocasión en que un torero estuvo a punto de morir. Como decía en cierta ocasión Luis Francisco Esplá, “todos los toreros derraman su sangre, pero la sangre de algunos parece inundar toda España”. Un toro le había destrozado el pecho y un revolcón de JT se llevó todos los titulares. García Padrós ha puesto AguasCalientes en su punto exacto.
Recuerdo; Cesar Rincón estuvo clínicamente muerto en Palmira y salvó la pierna por los pelos. A Jaime Ostos le dieron el santóleo dos veces; el bravo sevillano conserva los certificados de los curas. Emilio Oliva estuvo más allá que acá y de ello puede dar fe el propio García Padrós. Y así. O sea que hay más cosas que el fetichismo de AguasCalientes. En lo taurino, remito a la crónica de Amanda Isa (Borja Ilian), en Marca; a lo que me escriben mis amigos mexicanos y a retazos sustraídos de vídeos clandestinos. En lo humano me remito al doctor García Padrós. Si me queda tiempo y ganas escribiré mi cuarto libro sobre JT. Ya tengo el título: "JT, de conciencia ética a estrategia financiera". Solo falta escribirlo.

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