jueves, 21 de mayo de 2015

SAN ISIDRO. (XIII) GOLPE DE MANO DE CASTELLA.



Sevilla es a Romero, como Logroño es a Diego
El tablao  La Quimera, en colaboración con los hoteles NH, ha organizado el Premio Curro Romero “al momento más jondo, más flamenco”, de la Feria de San Isidro. Diego Urdiales brindó al Faraón de Camas y el Jurado de la Quimera, ávido, dijo: “este es el momento”. Pero no fue, pese a que hubo instantes  en verdad gloriosos y torerísimos, aunque no para premio. Hubiera sido bonita esa conjunción de una tarde mágica entre Urdiales y Curro. Aparte admiraciones recíprocas y diferencias de aroma y de pureza, ambos tienen algo en común: la fusión con sus ciudades respectivas: una comunión sagrada; Sevilla por Curro  y Logroño por Diego. Más cerca del Premio citado estuvo Sebastián Castella rotundo y compacto. Faena de ajuste y de precisión, aunque para el matiz de jondura que queremos darle al premio de la Quimera de Antorrín Heredia, quizá le faltara  pellizco.
 Si en los reconocimientos es imposible  calibrar la fortaleza de los toros, en el ruedo si es posible; suele ser una evidencia, menos para el palco presidencial. El primer toro de Núñez del Cuvillo estaba inválido. Y el sexo algo parecido. Debieron volver a los corrales; don Trinidad ahorró a la empresa dos sobreros, y a la vez hurtó dos posibilidades de triunfo. Flojos los toros de Cuvillo; igual los ásperos y rebrincados que los pastueños. 
Para Urdiales la posibilidad se aplazó al cuarto, en que hubo fulguraciones y relámpagos de pausada torería.  Hace tiempo que todas las tardes son históricas para Diego Urdiales; como torea poco, cada tarde es un hito, un paso adelante. Incluso las tardes poco afortunadas como  la de hoy. La estadística y Diego Urdiales son fuerzas divergentes. Diego Urdiales es la esencia. Y la esencia no se prodiga, hay que dosificarla. Luego está la cuestión de las jerarquías, del mando en el escalafón, de los tejemanejes de los despachos…
 Escribí una vez que Diego Urdiales es un torero de romance al que le falta literatura. La misma que les sobra a otros. De golpe la literatura, el periodismo hagiográfico y la loa se han despeñado  sobre la cabeza de Urdiales. El riojano  vive estos días una personal transfiguración en alas de la literatura. Sesenta escritores participan, participamos, en un libro homenaje. Demasiados escritores para un torero, aunque ese torero se llame Diego Urdiales. En 1985 Antonio Leyva y un servidor organizamos un libro para Antonio Chenel y, después de cribar entre todas las antologías no nos salieron más de 30. Treinta  poetas y 30 pintores. Lo más señalado un extraordinario poema de Claudio Rodríguez, el único poema taurino de su vida,  Entre la magia y la sabiduría.

Castella al asalto de San Isidro
Señalada queda la faena de Sebastian Castella que lo proyecta como posible triunfador de San Isidro; esta faena precisa, aunque sin temblor, denota sobre todo una actitud. Le queda dos tardes, una de ellas con los adolfos. Todo parece indicar que el francés ha planeado esta feria como un desafío en ascenso, como un privilegio de tres tardes escogidas para que San Isidro no se le escape. Otros se lamentan de que ese privilegio es un exceso de responsabilidad que lastra su voluntad.

 Talavante y su rara habilidad para convertir en arte  momentos desairado: verónicas en su primero; lleva dos festejos  y le queda uno para arreglar las cosas a su manera; a la manera sublime de Alejandro Talavante. 

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