Noticia del premio Curro Romero.
Diego Urdiales ha sido el ganador del Premio Curro
Romero, al momento más flamenco y jondo, organizado por el tablao La Quimera y
por Hoteles NH. El Jurado ha estado compuesto por María Victoria Motilva, directora Zona Centro y Portugal de NH, Helena Salamanca, Fernando Bergamín,
Antorrín Heredia, Fernando Fernández Román, Emilio Martínez, Lucas Pérez y Javier
Villán
Fracasaron las ganaderías duras.
Sin toros no hay nada; sobran los toreros y sobra la Fiesta.
Lo más alarmante de este San Isidro ha sido constatar el fracaso de las
ganaderías más o menos míticas que encandilan a los aficionados por su casta y
dureza; Adolfo, Victorino, Cuadri, Pablo
Romero. Miura, lo de siempre, marrajos con la nota discordante de algún pastueño en esquizofrenia de juampedro. Juan Pedro Domecq ha sido la mejor
corrida de la feria reconocido incluso por quienes vieron en el ganadero
filósofo la mayor mixtificación del toro de lidia; que sus herederos sigan en la
línea de las dos corridas que ha echado en Las Ventas.
Lágrimas de Rafaelillo,
lágrimas copiosas del aguerrido torero murciano sobre cuya pista me iniciaron hace
años José Lucas, pintor mediterráneo
y telúrico, y Antonio Lucas gran
poeta y columnista de pluma cargada de
trilita; uno de los mejores y más agitadores, como desde otra óptica y otra
ideología pudiera serlo Federico Jiménez
Losantos. Estoy más cerca del latigazo inmisericorde de Lucas que de las
cuchilladas florentinas y perversas de Jiménez; inigualable
cuando maldice del zar Rajoy, de
Cospedal, del sindicalismo putrefacto y amarillo en una democracia pútrida y
amarillenta; y de Soraya Sáez de Santa María a la que llama La Rasputina. Comparado con estos mi próximo libro Nuevos sonetos de la impostura es un compendio de jaculatorias. Hace siglos compartíamos la grada del 2 de Las
Ventas y Jiménez Losantos era partidario
acérrimo del Antonio Chenel, el
torero rojo. Los toros carecen de ideología. Suerte tuvieron los toros, pues de haberse metido a crítico
taurino, a toreros, ganaderos y empresarios los habría puesto a la altura de la
Soraya, la Rasputina, el zar Rajoy, Bárcenas, Gallardón, Pablo Iglesias, el de
Podemos, o Albert Rivera, el de Ciudadanos, por poner algunos ejemplos de su
repertorio inagotable: un extraño y virulento anarquismo de derechas, con
perdón.
Pero hablaba de Rafaelillo,
el torero murciano, como José Lucas,
al que ayer un presidente con ínfulas de Nerón incendiario, don Julio Martínez, le hurtó un toro de los dos que
le quedaban para medio arreglar la temporada. Para toda la plaza era evidente
que el miura era un inválido tetrapléjico, una sabandija reptante que no se tenía
en pie, menos para el señor Martínez. ¿Quién paga por este hurto, por esta
oportunidad birlada a un torero?. Dios o el diablo protegen la inocencia,
cuando la protegen, y el cuarto fue un toro con un poco más de fuerza y con un
poco más de casta. Rafaelillo, el gladiador, al que el sistema usa como
metralla o carne de cañón para medirse a ejércitos de toros mansos y peligrosos
que no quiere nadie, bordó el toreo como un maestro. Y pinchó. Y acabó llorando
en una vuelta al ruedo clamorosa. Si hubiera justicia, Rafaelillo con esa
vuelta al ruedo, más el volteretón que a punto estuvo de romperle la madre,
tendría la temporada arreglada. Pero no le pidamos a la falsa democracia
taurina, lo que no nos da la putrefacta democracia política.
Toros y literatura.
Me llega un libro que recomiendo vivamente y del que mañana
haré un más amplio comentario pues la ocasión lo requiere: Querencias. Antología de cuentos costumbristas. Los aficionados
taurinos no son de mucho leer; pero
huérfanos de las Ventas, tras un mes ininterrumpido de festejos, a lo
mejor les da por leer para matar el ocio y la tristeza. 21 relatos de distinto
pelaje, casta y condición, de la editorial Modus Operandi. Mañana.
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