lunes, 14 de diciembre de 2015

RAFAEL DE PAULA, GENIO, REPUBLICANO Y POLISARIO

Venía dándole yo vueltas estos días a la cuestión del Polisario y su traición por parte de  España, cuando me encontré con Rafael de Paula   que me soltó a quemarropa, en corto y por derecho: “la culpa la tiene el Rey Emérito, que es un delincuente, y su amigo el Rey de Marruecos, otro corrupto. Defiendo a los saharuis que son tan españoles como nosotros”.  La causa por la que andaba yo revuelto con los saharauis era el setenta cumpleaños de Emilio Sola, suceso que celebró  la vieja peña de los setenta, viejos ácratas de la Vaquería que volaron los Guerrilleros de Cristo Rey. 

Emilio Sola fue el principal organizador de un viaje a Tindub, a los campamentos del Frente Polisario, de un grupo de artistas y poetas hace 40 años. Para más detalles pinchar en diariodejaviervillan. A partir de esa afirmación, en la Quimera donde le hacíamos un homenaje flamenco, el sumo sacerdote  del duende y de la música callada del toreo, no dejó títere con cabeza. No se salvó ni Dios ni el Rey ni esta democracia putrefacta. Antorrín Heredia organizador y mecenas del evento, y acompañante fiel de Rafael en sus días de Madrid, lo recibió con un martinete, clásico de la casa. Pero Paula dejó claro que su palo es la seguidilla. A mí, mirándome con nobleza a los ojos, me dijo que ninguno de los escribidores  sabíamos nada de toros:  “el único, Joaquín Vidal”. Comparto la admiración por Joaquín, la galanura de su pluma, su sentido revolucionario de la crítica paralelo a su conservadurismo político. Pero aquí nadie tiene la exclusiva de nada. En mi Antología de la crónica taurina están mis alabanzas a Joaquín Vidal y a Navalón, Corrochano, Sobaquillo, Federico M. Alcázar, Julio Urrutia.  La crítica taurina española ha dado siempre grandes escritores. O a la inversa; grandes escritores han ocupado parte de su tiempo en los toros.

Esther Alvarado, a la que yo había enredado en el invento del homenaje para leer versos,  escuchaba estupefacta la incendiaria dialéctica del gitano y lidió algunos derrotes y tarascadas del maestro. Lo hizo bien; en la jerga taurina,   “bajó la  mano y se cruzó al pitón contrario”. Fue la heroína de la fiesta; o al menos eso se comentaba el otro dia en la comida anual que la peña El Rescoldo organiza todos los años en Colmenar Viejo. Este  almuerzo se ha convertido ya en la Gran Fiesta Taurina de la Comunidad de Madrid. Lo más emotivo fue el  homenaje póstumo a Javier de la Serna. Puede recuperarse en el archivo del Mundo el obituario que le dedicó Javier Villán.
 Rafael de Paula en La Quimera se declaró republicano, de lo cual  me alegro. Tengo que decirle a la Sala Mirador de Juan Diego Boto, que le invite a la Trilogía Republicana de dos grandes actrices y dramaturgas: Susana Hornos y Zaida Rico. Aviso  que Rafael de Paula puede ser un riesgo; pero también afirmo que lleva dentro de sí mucho de García Lorca. Y que sigue venerando a José Bergamín. Ojo al parche, María Diaz; habrías disfrutado en la   Quimera y Javier Gutiérrez también si no anduviera liado en el rodaje de Franco, Serrano Suñer y la Marquesa de Llanzol.
Al declararse republicano y antimonárquico alguien sugirió que al Rey Emérito se le debía, al menos,  su protección y afición a los toros. Su respuesta fue contundente: “Juan Carlos I no es un buen aficionado, es un delincuente que se llevaba comisiones de todo. Lo sé porque pude comprobarlo en el  despacho de Borja Prado y Colón de Carvajal. La buena aficionada era su augusta madre”.  Le pregunté por quién votaría el dia 20 y toreó con el pico y fueracacho haciendo el elogio de Adolfo Suárez, “al que, por cierto, Juan Carlos también traicionó”. Está visto que el fuerte de Rafael de Paula, es el Rey Emérito.
Habló de toros, pero poco. Y cuando Esther Alvarado le preguntó por su capote legendario y por el mejor capotero del momento, contestó socarrón: “hace dos años volví a pisar las Ventas en el tendido del 7. Y cuando Morante de la Puebla empezó a torear de capa, la gente se levantó y me ovacionaba a mí”.
Y el miedo?, se arriesgó  Esther Alvarado. Tuvo la inteligencia de citar a Luis Miguel Dominguín que un dia le escribió a Paula una carta hablándole de la “dignidad del miedo”. No le gustó la pregunta pero respondió que él tenía más valor que el Espartero. “Yo estaba siempre a merced del toro, ls piernas no me aguantaban, era un inválido. Torear así ¿es tener miedo”?
Con quien más complacencias tuvo fue con Enrique El Pescao, y con El Persa que lo acompañó a la guitarra. Enrique  cantó una malagueña que no la hubiera mejorado en sus buenos tiempos el Mellizo o María Vargas. Levitó con Leticia, la Volcán, una mujer guapa,  una voz de terciopelo y seda que le cantó coplas al oído. Leticia es una de mis debilidades de la Quimera. Como lo es Raquel Valencia, la bailaora. La hermosa Raquel me dijo que solo bailaría si yo le hacía una “caída de ojos”. Se la hice, pero  no debí  de ser muy convincente porque Raquel no  bailó. Lo siento por Rafael de Paula. Y por mí


2 comentarios:

  1. El Paula, sublime sin interrupción, como los quería Baudelaire. Y si en el ruedo no era valiente, por los problemas, ciertos, de sus piernas, en La Quimera se cruzó al pitón contrario y nos sorprendió a todos. Genio y figuras. Gracias por organizarlo y gracias a otros sublime como Antorrín por prestar su ruedo mítico de flamenco y toros, siempre con pureza.

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  2. Me parece muy bien. Y muy generoso por tu parte.

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