La cuestión taurina.
Me juré hace
tiempo no entrar en polémicas de toros.
Entre otras cosas porque el antitaurinismo militante contiene unos factores de irracionalidad que escapan a mi
entendimiento. Y conste que puedo
compartir algunas premisas de los antitaurinos. Entre ellas, la de que al toro
el verdadero daño se le inflige al
margen de la lidia. No fuí a las Fallas, cuyo fervor mantengo gracias a la peña los Machacos, de la que soy
miembro de honor condecorado. De la Feria de Abril que hoy comienza iré algún dia a Sevilla, más
por recuperar algunas noches de flamenco y republicanismo por Triana que por ir a la Maestranza; y conste
que considero la Maestranza el más hermoso templo de la tauromaquia. En San
Isidro veré algunas corrida, pero pocas. Justo las que me pidan ver juntos cómicos y comicantas de la Farándula, lo cual me permite exhibir un
magisterio que acaso no tengo, pero que ellos esperan y están absolutamente
convencidos.
Después de
haber escrito unas 3.000 crónicas en El
Mundo y media docena de libros, la corrida me aburre. Y las polémicas
extramuros, más. Pero reivindico mi derecho a aburrirme sin que nadie me lo
imponga manu militari o por decreto
humanista. Sigo defendiendo, con Blanco
White, que los males de España son religión y mal gobierno y no los toros.
Y hace tiempo que vengo afirmando que el
cáncer de la Fiesta está dentro de ella. No hay que echar la culpa al empedrado
de europeísmos y separatismos, aunque también.
La destitución de Enrique Amat del Levante.
De los Machaco de Valencia me llega la noticia de que el Levante ha descabalgado de la crítica taurina a Enrique Amat, uno de los pocos críticos solventes que se podían leer. Y que probablemente ese periódico va a adoptar una posición antitaurina, de lo cual la destitución de Amat puede ser el primer indicio. El periodismo taurino de Valencia yo creo que es de lo peor de España. Enrique Amat era un caballero de la crítica que merecía ser leido. Como Salva Ferrer, al que por sugerencia de Carlos Ilián, y tras un seguimiento razonable de su labor, yo metí en el Mundo en el que ya no está. Es igual; donde esté, Salva Ferrer será un ejemplo de crítico sujeto a los errores humanos que todos tenemos.
De los Machaco de Valencia me llega la noticia de que el Levante ha descabalgado de la crítica taurina a Enrique Amat, uno de los pocos críticos solventes que se podían leer. Y que probablemente ese periódico va a adoptar una posición antitaurina, de lo cual la destitución de Amat puede ser el primer indicio. El periodismo taurino de Valencia yo creo que es de lo peor de España. Enrique Amat era un caballero de la crítica que merecía ser leido. Como Salva Ferrer, al que por sugerencia de Carlos Ilián, y tras un seguimiento razonable de su labor, yo metí en el Mundo en el que ya no está. Es igual; donde esté, Salva Ferrer será un ejemplo de crítico sujeto a los errores humanos que todos tenemos.
Menos postureo y más arrimarse.
Por los Machaco, mejor dicho por Javier Mompó, me llega una indignación que comparto: “Diles a las figuras, en especial a Enrique Ponce, que menos discursos, fotografías y postureo en favor de la Fiesta y más arrimarse; la mejor defensa es matar toros íntegros y no chotos afeitados”. Yo ya no digo nada en toros. Pero dicho está, aunque supongo que esto no le va a gustar a mi amigo, el Murga ,el sabio Cide Hamete Benengeli, que sobre Ponce no admite discusión. Quijote es de una lealtad sublime al poncismo, a la escuela y al maestro, que a mí me conmueve. Creo que el torero de Chiva y él ya se conocen personalmente; haber contribuido a ese encuentro es algo de lo que siento satisfecho. Para Quijote, seudónimo de un cervantista culto y apasionado, debió de ser como el encuentro con la divinidad.
Por los Machaco, mejor dicho por Javier Mompó, me llega una indignación que comparto: “Diles a las figuras, en especial a Enrique Ponce, que menos discursos, fotografías y postureo en favor de la Fiesta y más arrimarse; la mejor defensa es matar toros íntegros y no chotos afeitados”. Yo ya no digo nada en toros. Pero dicho está, aunque supongo que esto no le va a gustar a mi amigo, el Murga ,el sabio Cide Hamete Benengeli, que sobre Ponce no admite discusión. Quijote es de una lealtad sublime al poncismo, a la escuela y al maestro, que a mí me conmueve. Creo que el torero de Chiva y él ya se conocen personalmente; haber contribuido a ese encuentro es algo de lo que siento satisfecho. Para Quijote, seudónimo de un cervantista culto y apasionado, debió de ser como el encuentro con la divinidad.
Que la opinión
negativa acerca del paripé de las figuras y la defensa de la Fiesta, me llegue
de Javier Mompó también me conmueve; lo conocí hace casi treinta años, cuando
era un adolescente, y creo que ha asimilado los fundamentos de la tauromaquia que defiendo y que los ha
mejorado. La “conversión” de Javier no fue nada casual; venía de la escuela de Francisco Puchol, de Jaime Sanz, y de su padre Juan Manuel Mompó. Y de Leopoldo Barrera, padre de Vicente, el
torero ilustrado, una de cuyas crónicas titulé Arcangélico Barrera, con gran celebración por parte del
barrerismo.
Gracias querido Jaime, capitán del ejército republicano de
Vinaroz, por la hospitalidad prestada a mis amigos/as para ver desde el balcón
de tu casa la mascletá y la cremá. Algún dia volveré a mi sitio en tu ventanal.
Mientras llega ese dia, un abrazo y ¡!Va por ustedes!!. Y un saludo para Enrique Amat ex crítico del periódico Levante.
Salud amigo. Hay vida fuera de los toros y más vida todavía fuera de la crítica
taurina. Doy fe.
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