De toros y teatro con Rodrigo Francisco
En el puerto de Almada,
en el Farol, ante unas botellas de vino verde y una fuente de gambas, hablaba
de toros con Rodrigo Francisco, director del Festival de Teatro y discípulo de
uno de los grandes: Joaquim Benite. Como
estábamos en cosas de teatro, le recordé a Valle Inclán, el único de la
Generación del 97 aficionado a los toros y a… Juan Belmonte, el genio de
Triana. Le recomendé leer Los cuernos de
don Friolera, donde don Estrafalario reclama para el teatro la pasión que
los toros suscitan en los aficionados. Rodrigo Francisco quiere poner en escena Luces de Bohemia, que le parece, con
razón, la cumbre valleinclaniana.
Vuelvo de Almada a ver la última corrida de los Sanfermines, la miurada, final melancólico con el "pobre de mí" y el
vals de Astrain; y remate heroico por la siempre esperada y siempre
decepcionante lidia de los miuras. A Rodrigo Francisco dedico esta crónica de
urgencia, excepción a mi retiro de los toros. Por el vino verde, por la promesa
de llevarme un dia a escuchar en Lisboa los mejores fados y por el buen teatro que he
visto en Almada. ¡Va por usted!.
De los miuras los dos
primeros salieron buenos y nobles; el segundo
con cierto picante de la raza lo que le dio más interés. Tercero, cuarto y
quinto, no tuvieron un pase; pasaban de los 600 kilos y la mansedumbre era
proporcional al tonelaje. El sexto, otro torazo con la estampa clásica de los
toros de Zahariche, era un toro con movilidad, ritmo y buen son; de esos que hacen meritorio cualquier
cosa que se le haga bien; pero Salvador Cortés, que hace algunos años abrió la
Puerta del Príncipe, no está en su mejor momento. No le dan corridas, ha perdido
el sitio por la falta de festejos y no le sale nada ni a derechas ni a
izquierdas. Anda muy mal con la espada y el primero se salvó de los cabestros
in extremis, en el último segundo. El abismo del tercer aviso le nubló la razón
al torero sevillano. Al sexto lo ensartó con un espadazo infame que hacía
guardia.
Manuel Escribano es un
torero con carisma, todo simpatía, garra y ambición. Es un torero limitado
incluso en banderillas. El primero, al que cortó una oreja estuvo a punto de
crucificarle contra las tablas. Citó sentado en el estribo, quebró por los
adentros y sin sitio para salir,
y por poco el miura lo deja clavado como una mariposa. Tiene la costumbre de irse frente a
toriles a recibir sus toros con la larga cambiada de rodillas. Eso emociona al
público; unas veces le sale bien y casi siempre mal.
El colombiano Luis
Bolivar es un torero aguerrido, en la línea salvando las distancias de Cesar
Rincón: muleta adelante y cite largo. Toreó muy bien al segundo de la tarde;
pero estuvo desastroso con el estoque. Los tres diestros se jugaban mucho en
esta tarde, casi el ser o no ser, Escribano un poco menos pues está ya
relativamente asentado. Sale relanzado y Bolivar también, si olvidamos el uso
de la espada. Es cruel apostarlo todo a una carta y que la carta sea los toros
de miura. Esa crueldad del destino pesó sobre Salvador Cortés, el que abrió en tiempos la
Puerta del Príncipe. No es Paco Camino o Curro Romero; pero con un poco de
suerte y oportunidades puede funcionar en esto. Y esto ha sido todo, amigo Rodrigo Francisco, director del Festival de de Teatro de Almada. Como puedes ver una crónica de toros está tirado. Me costará más escribir de La señorita Julia, de Strinberg. por la Schaubhüne; pero lo haré.
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